SOBRE ESTÉTICAS EN LA MÚSICA LIGERA ESPAÑOLA (IV)
La movida madrileña
La llegada de la una joven democracia trajo consigo también importantes cambios en la estética musical del panorama nacional.
Comunmente
se le denomina a este periodo que ocupa la década de los ochenta, el de
la movida madrileña. Aunque el término resulte algo impreciso, pues
realmente, la capital siempre fue el centro neurálgico de la cultura
musical del país, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el
término movida refleja bien un espíritu diferente que habia dejado
atrás, sin posibilidad de hablar de continuidad, a cantaautores (la
mayoría aburguesados), a la música romántica (descontextualizada) y a
los viejos grupos de tradición internacional, que éstos sí, de alguna
manera, fueron el gérmen de las nuevas generaciones.
Sin embargo, el concepto de este nuevo periodo presenta varias características:
- Un desarrollo creativo no comparable a periodo alguno (ni anterior, ni posterior)
- Una gran diversidad de estilos a las que se les denominaba tribus urbanas
- Una influencia extranjerizante, principalmente británica.
- Una marca de identidad sin precedentes
Al
amparo de estas características, nuestra música, por fín, pudo ser
reconocida internacionalmente y competir con bandas y grupos que
acaparaban la atención internacional.
Uno
de los aspectos mencionadas hace dificil establecer un modelo de
unidad, y es el de la diversidad. Podemos decir, no obstante, que todas
aquellas tribus urbanas compartían un mercado y un deseo de innovación
cada uno a su manera.
El
panorama internacinal también había cambiado y no vamos a restar mérito
a las influencias que dejaron huella en nuestros artistias. Estos
compartimentos-estanco creados también representan un estilo o forma de
vida. Ninguna relación tiene el movimiento punk con la música disco,
pero esto al contrario de ser un obstáculo, suponía una diversidad que
permitía adscribirse más definidamente a la estética compartida.
Por
otro lado, este panorama internacional si venía de un proceso
continuado, sin cortes, como consecuencia de países que habían logrado
liberarse de las ataduras de los sistemas opresores.
Podemos decir, sin riesgo a equivocarnos, que El Rock and Rios dio
el pistoletazo de salida, allá por el ’82 en un macroespectáculo sin
precedentes del granadino Miguel Ríos. Pero no debemos pensar que era
fruto de un aficionado que empezaba, por aquel entonces, Miguel Ríos
había grabado ya diez álbumes y era todo un experto. Lo que es indudable
es que había nacido un nuevo concepto musical, una nueva estética que
hablaba la lengua del “tronco”, “colega” y de “tío/a”.
Esta
nueva estética que impregna a España nos dio credibilidad internacinal
hasta entonces dudosa, a excepción de nuestros artistas románticos que
triunfaban principlamente en Latinoamerica favorecidos por el idioma y
ante la impotencia de competir con esta nueva estética de una generación
que nada quería saber de sensibilidad o de canciones amorosos.
La
movida madrileña se sitúa así como una estética caracteriza por la
rebeldía y la transgresión con escaso compromiso social o político en su
contenido temático.
El
rock no sólo tuvo como representante a Miguel Rios, aunque sí como
modelo a seguir. El estilo se diversifica en planos muy diferentes que
van desde el urbano de Loquillo y los trogloditas al andaluz de grupos como Triana, Alameda y Medina Azahara.
Y em ambos ejemplos citados, la identidad se deja notar y se aleja de
los modelos internacionales. José María Sanz Beltrán (Barcelona, 1.963),
conocido como Loquillo, y su banda Los Trogloditas, nada tenían que ver
con el rock´n´roll de Elvis o de los grupos con los que compartía
época, a excepción del sonido guitarrero y la rebeldía propia antes
mencionada. De igual modo, la música de Jesús de la Rosa, Eduardo
Rodríguez y Juan José Palacios, componentes principales de Triana podía
compararse con ningún otro estilo de rock anterior, fusionando el
flamenco, algo insólito de tanta importancia creadora y que
desgraciadamewnte no trascendió o no fue entendido en el mercado
internacinal, poco abierto a las innovaciones externas.
Pero
incluso dentro del llamado rock andaluz, ni el estilo de Triana era
comparable al de Imán Califato Independiente, más sinfónico aunque
también con sus toques andaluces. De su corta discografía, El Camino del águila de 1.980 se sitúa como uno de los discos mejor realizado y de incuestionable calidad musical.