La
Historia del Arte y, más en concreto de la Música, ha estado en las
últimas centurias sometida a lo que se denominaba “el gusto”. Partiendo
de esta premisa, es evidente que dicho gusto es consustancial a otro
fenómeno llamado “moda” y que ésta a su vez depende del contexto social y
cultural de cada época que impone una determinada estética.
Es muy dificil establecer qué es bueno, y qué es malo,
menos dificil es saber donde está el término medio: la medriocridad,
fácilmente detectable. Pero entreo lo malo y lo bueno intervienen
infinidad de factores y variables que pueden moverse en su arco de un
extremo al otro.
Veámoslo con un ejemplo:
El
surgimiento del movimiento punk y concretándonos The sex pistols. Si
nos atreviéramos a realizar una encuesta sobre en qué parte del arco se
corresponderían, veríamos con total certeza un efecto asombroso. Por un
lado, un gran sector anterior al punk habrían marcado como malo,
pues fue un estilo transgresor que rompía cualquier molde y además
resultaban un componente subversivo en una sociedad tan estilizada como
la inglesa. En esta misma parte del arco cabrían situar a las
generaciones posteriores al punk (a excepción de los nostálgicos); ya
que las estéticas fueron bien diferentes y más estandarizadas. En la
otra parte del arco, es decir, entre aquelllos que consideran a The Sex
Pistols como buenos. Y excluyendo a una gra parte, estarían el elemento generacional.
Pero
para que un movimiento tenga fuerza es necesario otro elemento
fundamental: la expansión, aunque no necesariamente vinculante. Quiero
decir, si The Sex Pistols, que son nuestro ejemplo-muestra se hubieran
mantenido en un barrio suburbio de Inglaterra, posiblemente nadie
hablaría tanto del punk o de ellos mismos.
Siguiendo
con otro cirterio, el arte siempre se ha mostrado caprichoso, pero tal
vez, sin este capricho, no hubiera sido posible la heterogeneidad.
Habría que sumar a este hecho la cuestión de la generación rebelde que a
cada corriente, como propia de un ciclo, corresponde. Por ejemplo el
dodecafonismo rompía con cualquier esquema anterior de tonalidad que
venía manteniéndose desde siglos.
Otra
de las cuestiones importantes en el Arte, es el llamado “factor
sorpresa” y de eso tenemos en la actualidad infinidad de ejemplos ya que
es la única manera de distinguirse de otros. Es el caso, del Chiquilicuatre.
Resulta,
por tanto una tarea infructuosa establecer las barreras entre el
artista y el fantoche, que quedan marcadas por innumerables factores:
educación cultural, valores predominantes, marketing, status social,
status académico, etc
Un
artista, en muchos casos, no es dueño de su época, sino de posteriores,
y si lo es, por un tiempo limitado, el llamado “tiempo de felicidad
ilusoria”.
Saludos cordiales,
berekekê