Permítanme,
en este breve artículo, dedicar un tiempo al acto de escuchar, que no
debe confundirse con el acto de oir. Para quienes aún no sepan la
diferencia les recomiendo el diccionario de la Real Academia de la
Lengua Española online.
Cuando en el AMADEUS de Milòs Forman
Mozart se queja ante Salieri del escaso éxito de Las bodas de Figaro,
que sólo habían recibido nueve representaciones, éste le responde: le
habéis exigido demasiado al emperador, refiriéndose a José II de
Austria, obligándole a escuchar cuatro horas. Sea cierta o no la
anécdota nadie puede dudar de que nuestro cerebro tiene un limitado
espacio para dedicar a la concentración, que guarda una estrecha
relación con el acto de escuchar.
Efectivamente, cuatro horas de
música ininterrumpida eran demasiadas, no ya para la época en cuestión,
acostumbrados a escuchar música de su tiempo, no digamos para nuestros días ,
donde la música es apenas una mera distracción, en la mayoría de los
casos, secundaria a otras actividades que realizamos.
Según un
estudio publicado por la psicóloga Mª Cecilia Purcell, el promedio de
concentración de un adulto es apenas de 45 minutos. Y, hay que agregar
también que, puede sufrir variaciones si padecemos de estrés, crisis
familiares, depresión, en definitiva, si nuestro cerebro está ocupado en
otras tareas que requieren una solución inmediata.
A todo esto,
también hay que sumar la falta de entrenamiento. Según un artículo que
publicó el Pais, el 10 de febrero de 2.010, internet está minando la
capacidad de atención de los adolescentes, que se acomodan a la lectura y
escritura de artículos cortos, sin ejercitarse en textos de mayores
dimensiones.
Todos estos datos que os estoy ofreciendo no hacen
más que confirmar que, nuestra capacidad de escucha se ha mermado en las
últimas décadas, y no sólo para la música. Tenemos verdaderos problemas
para escuchar a los demás, y digo escuchar. La mayoría de las veces
entramos en monólogos colectivos, donde cada cual expone su propia visión
de las cosas, sin haber escuchado si alguien ya dijo eso antes. Y
trasciende esta falta de aprendizaje en la escucha incluso en las
esferas políticas, donde estamos todos un poquito cansados de escucharle la misma canción, y valga el simil a este artículo, reduciendo su discurso a lo que otros no hicieron y debieron hacer. Es un panorama lamentable, ciertamente.
En
el plano musical, también se producen estos desencuentros, esta falta de
escucha, que va más allá del hecho en sí, pues extiende sus límites a la
falta de respeto hacia el otro, la falta de empatizar. Vemos en muchos
músicos, y podemos percibirlo en sus interpretaciones, que no existe una
unidad sonora, no existe una comunión, una idea únitaria de una obra,
sino la mera exposición de partes aisladas en el monólogo colectivo. Los
más dados a ello son los solistas, algunos, asumidos
en su rol decimonónico de divinidades. Pero la música no es eso, la
música es el plano afectivo que más debería unir a los seres humanos.
Es, en la mayor parte de las ocasiones, un acto social,en cuanto a
colectivo que trabaja en una idea común, y siempre cuando en ella están
vinculados los oyentes, que mejor deberíamos llamar escuchadores. Una
obra orquestal no es otra cosa que, un microcosmos, una comunidad
obligada a entenderse, donde cada cual tiene su papel y nadie es
presciindible.
Otra cuestión que me parece de sumo interés es, la
necesidad de reeducar el oído. En muchas obras, especialmente del
período Barroco, existen infinidad de planos que se yuxtaponen, y que a
veces tendemos a reducir a la melodía principal de una obra. Hay una
riqueza y un mundo por descubrir en el plano de los instrumentos que a
veces puedan parecernos, a simple vista, secundarios, hay vida encima de
la vida.
Por tanto, el acto de escuchar no sólo es ventajoso desde
el punto de vista individual, nos hace más receptivos, desarrolla
nuestro campo de perspectiva y, por supuesto, nos engrandece como seres
humanos en el momento en que nos damos cuenta que, más allá de nuestra
limitada capacidad de entender la vida, están la de otras personas que
como nosotros sienten y piensan de igual manera.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Internet/minando/capacidad/concentracion/jovenes/estudio/elpepusoc/20100211elpepusoc_6/Tes
http://www.ceciliapurcell.cl/articulo01.html