Para muchos que aún sois jovenes posiblemente ni os suene, pero no os preocupeis, como consuelo os diré que tampoco lo fue para otros no tan jovenes.
Sin embargo, Césaria es por muchas razones un icono de la música en lengua portuguesa, estuvo al lado de los suyos y con su cultura nació y murió fielmente.
Como ya viene siendo costumbre, ahora llegarán los reconocimientos, los homenjaes, las ventas programadas para cuando uno se muere. Afortunadamente, para Césaria todo eso ya estará demás y de menos, traspasada la puerta donde la música y la persona perviven en la memoria colectiva y no en las manos interesadas, ávidas de titulares y de dinero.
Merece un gran respeto Doña Césaria por dos razones principales:
La primera por ser fiel a la música popular de su país, y abanderada de la misma, allí donde puso sus pies desnudos, pisando la tierra para sentirla.
La segunda, porque tampoco renunció a vivir en otro lugar que no fuera su Cabo Verde, pienso que así le era más fácil componer y cantar, sentir y defender.
Me sumo a las muestras de cariño de su hijo Eduardo, huérfano de madre y de estrella. Pero en el corazón de todos está Césaria Èvora, y no dudo que Cabo Verde tendrá su mejor Carnaval, el que dedicó a su entrañable anfitriona, al que se sumarán todos los Carnavales del mundo, que es en definitiva, música popular, del pueblo, aquella que siempre definió las líneas de nuestra querida Cèsaria Évora.
Deus lhe abençoe, amiga.