Una de las figuras enigmáticas del Barroco fue Giacomo Carissimi. Un compositor del que desgraciadamente hemos perdido su vínculo, por los avatares, a veces caprichosos, del destino.
Podemos, no obstante,
decir que los jesuitas le deben mucho a Carissimi y viceversa. Fue en el
Colegio donde se formó, se convirtió en maestro y al cual dedicó parte
de sus bienes a su muerte.
Se dice que Carissimi jamás salió de
Roma, pero aún así, consiguió que se hablara de él en toda la Europa de
la época. Alumnos, que fueron grandes maestros, intérpretes o
compositores como Stefani o Charpentier. Hubo hasta quien en esto de las
comparaciones lo situó a la altura de Lully que se forjaba una carrera
al lado del entonces rey Sol.
Es también anecdótico que el
fundador de la orden jesuita, Ignacio de Loyola, sintiera cierta
aversión hacia el arte musical, al que no pudo resistir que se hiciera
un hueco fundmaental en la Capilla de Roma y dentro de su propia orden.
También
es curioso que Carissimi tuviera la capacidad de cambiar la vocación de
Fetis de la pintura a la música al escuchar la obra del italino.
Giacomo
Carissimi destacó en la música policoral, muy propia del barroco
romano. Fue un verdadero precursor de un nuevo camino para la música de
su tiempo. Se hizo famoso con sus Oratorios principalmente, con sus
cantatas y, se dice, que tuvo la capacidad de cambiar el lenguaje de la
música como Descartes lo hacía en el filosófico, justo en el mismo orden
cronológico, pero éste último bajo el protectorado de la reina Cristina
de Suecia, que por cierto, se enamoró perdiidamente de la música de
Carissim; una gran amante de las artes y la literatura que acabó
abdicnado en su hermano.
Todos estos detalles que ahora intento
plasmar en este sencillo post con tintes biográficos de la vida y obra
de Carissimi ,podrían parecer fruto de la casualidad, exageraciones de la
época. Pero, cierto o no, Carissimi consiguió perdurar en condiciones
bien adversas. Justo un siglo después, era ignorado y considerado un
antiguo y, rechazado de cualquier conversaión de los círculos musicales.
Aún
así, con el olvido de sus generaciones sucesoras, con su obra esparcida
y relegada a papel de envolver, como también le sucediera más tarde a
J.S. Bach, con las incognitas de su propia vida, Carissimi, para suerte
de todos ha pervivido en la memoria colectiva, y de ello dan buena fe sus
Oratorios policorales. Legiones de ángeles que se unieron para darle
voz a Carissimi. ¿Quién podría entonces negarle su merecido
reconocimiento?.
En otros tiempos, el mecenazgo consiguió darle un
lugar al artista. Algo que la burguesía y la clase media no estaba
dispuesto a permitir. ¿De qué época hablamos?.