Obviamentem acabo de adquirir tan preciado tesoro y no he tenido el placer de disfrutar nada más (y nada menos) que de la sinfonía primera también denominada A sea symphony.
Acercarme a la obra del compositor británico no es azarosa, de hecho, ya había oído, y digo bien, pues no escuchado, algunas piezas aisladas que me habían cautivado.
A sea symphony es una obra de mastodónticas dimensiones, no sólo en el formato, sino en la estructura, la forma, la composición orquestal y coral, etc. Tal vez, sea éste el motivo por el cual, dada la falta de recursos económicos, no sea una obra de concierto o no esté en los circuitos de las salas y teatros a lo largo y ancho del planeta. Hoy sería impensable que Vaughan hubiera optado por este formato, aún así le llevó varios años ver su obra en un escenario.
En el plano literario, ya que es una de las primeras sinfonías en incorporar voces como instrumentos, salvando las distancias del compositor de Bonn, utilizó textos del poeta americano Walt Whitman.
La interpretación de la que he podido disfrutar gracias a esta compilación de la obra de Vaughan, es fantástica. No destaca nadie, porque todos realizan un trabajo de una calidad impecable, en esto, admiro esa capacidad de los británicos para sacar el máximo partido de aquello en lo que se embarcan, la disposición es esencial para conseguir un trabajo de exigencia y amplitud de miras.
Pero sería injusto no destacar el magistral papel de Joan Rodgers como soprano y William Shimell como barítono arropados por la Royal Liverpool Philarmonic Choir conducida por Ian Tracey. Las interpretaciones de estos solistas tienen momentos verdaderamente únicos e irrepetibles.
Se dice que Vaughan Williams representa, junto a Elgar, uno de los máximos exponentes de la música británica, del cual se dice es el paisajista de estas tierras. Nadie podría dudarlo, pero además, la música de Vaughan tiene ese carácter solemne, majestuoso, tan propio de la herencia häendeliana, de la oda y el himno como elementos consustanciales a la naturaleza musical, más concretamente de los ingleses que de otros lugares del Reino Unido.
Además de esto, yo también estoy de acuerdo en que Vaughan fue un adelantado a su tiempo, su música es el fermento de las bandas sonoras que Hollywood utilizaría para sus piezas de carácter épico. En esta primera sinfonía, el compositor ya daba sus primeros mensajes visionarios de un fenómeno musical que no tardaría en implantarse, y desde mi humilde opinión, supeditarse a la imagen.
Pero Vaughan Williams no sólo supo ver más allá, sino que no dejó de estar en el más acá, con sus series de canciones populares, que hoy conforman el repertorio más preciado por el pueblo británico.
La Historia de la Música ha sido injusta en la mayoría de los casos y ha condicionado que muchos compositores, por no decir compositoras, queden relegados al mayor de los olvidos o, su repertorio minusvalorado. No caben comparaciones en el arte, nadie con sentido común podría argumentar que Mozart es mejor que Vivaldi o Farinelli mejor que Jarousky, porque en música, como en otras artes, existe la atemporalidad en este sentido. Quienes ejercen juicios de valor equivocados lo único que consiguen es destapar su propia ignorancia artística.