Esta mañana me desperté algo nostálgico con una canción que
me golpeaba en la cabeza: Cisne cuello negro.
Acudí a internet buscando alguna entrevista reciente de
Basilio, del cual hacía algún tiempo que no sabía nada. De esta forma,
apesadumbradamente me llegó la triste noticia de su fallecimiento a causa de
una bronconeumonía en el año 2.009. ¡Habían pasado casi siete años!
Apenas es un ejemplo de cómo muchos artistas caen en el
mayor de los olvidos.
Estaba yo entonces en los mejores años de mi infancia cuando
aquella musiquilla pegadiza de Cisne cuello negro entraba en el repertorio de
mis melodías para bandurria. Recuerdo que hasta la interpreté en público en un
festival de verano que organizaba mi esuela de La Salle como clausura del año
académico.
El panameño Basilio, quien labrara su carrera en España
desde su llegada en los años sesenta era un hombre frívolo, inconstante y
caprichoso (muy propio de los grandes talentos), con una voz prodigiosa que se
hacía un sitio en las noches madrileñas donde fue descubierto por Zafiro. Basilio
llegó a completar dos años de Medicina en la Complutense pero le pudo más su
lado artístico.
La famosa canción que compusiera Manuel Alejandro se salía
del marco de repertorios propio de la época: las canciones de amor y desamor.
Era, tal vez, un canto a la unidad y al respeto de los derechos humanos: “No
hay un campo negro, ni un campo blanco. Hay un campo inmenso para sembrarlo”.
En una de sus últimas apariciones, Basilio tenía prevista
una gira por España tras el lanzamiento de su más reciente álbum.
Ninguna noticia en España se puede encontrar en internet de
su fallecimiento. Su funeral,un misterio.
Los periódicos de tirada nacional online, tal vez porque por entonces no tenían tanta repercusión o sencillamente no existían, no dicen nada de ello.
En otra ocasión comenté con qué facilidad el español tiende
a “enterrar” a sus artistas, muchos de ellos, obligados a buscar tierra fértil
en Sudamérica y con mejor suerte en los Estados Unidos.
La generación de Basilio debe rondar los sesenta o setenta
años, algunos y algunas sin mucho interés en las redes sociales y en este mundo
de la globalización. Su público, básicamente femenino, aunque quien le haría un
feo a una voz tan privilegiada y envidiada como la de Basilio.
No sé yo que estaría haciendo por aquel ya casi lejano
2.009, el tiempo pasa ahora más rápido, fugaz, tanto como lo que dura una
estrella en desaparecer del firmamento. Por desgracia, algunos ni se pararon a
ver que caía.