Buscando en una
plataforma de videos alguna lectura sobre G. Leopardi, vino la suerte (llámese
el azar, la casualidad, etc.) a encontrar uno de sus discursos denostando a los
poetas del Romanticismo.
Para comenzar, y
dado que usted y sus seguidores acusan a sus detractores de no haberles leído o
escuchado, le diré que yo he seguido hasta el final dicho discurso, he indagado
en internet sobre su propuesta literario-filosófica (permítame la expresión) y
lo que aquí manifieste se sienta en la base de lo escuchado o leído y no en la
crítica mordaz o superficial del juicio premeditado.
Yo parto de mi
absoluta ignorancia y le ruego paciencia para leer este documento si a bien lo
tiene. Jamás he entendido ningún contenido filosófico, casi siempre lleno de retórica
y barroquismo técnico solo apto para mentes privilegiadas. La mía, como podrá
comprobar es pobre, limitada y apenas se reduce a unos escasos estudios de
Conservatorio, a una diplomatura en E.G.B. y a una Licenciatura en Música (todo
ello ya adivino que a usted le habrá parecido haber desperdiciado mi vida).
En su discurso
usted habla de muchas cosas. Lo hace con vehemencia, con cierta arrogancia y sin
escrúpulos (son estos componentes muy propios de científicos, no cabe duda).
Y como todo
pensamiento filosófico, me deja un mar de dudas. Pues al hablar de la
holgazanería de los poetas románticos no sé si por extensión está usted
incluyendo a todos los artistas, poetas y escritores habidos y por haber mismo
que estos no pertenezcan a dicho período o contexto histórico. Ya le adelanto que no ha conseguido ofenderme,
aunque sí molestarme.
Porque si usted
opina de la inutilidad de la poesía romántica, creada para ignorantes, como ha
manifestado, y al video me remito, por extensión deduzco que cualquier artista
(por el hecho de que el arte no responde a una utilidad) también entraría en su
saco.
Claro, aquí la
cuestión está en el punto de partida. Usted habla de UTILITARISMO, aunque no
menciona en ningún momento esta palabra, y evidentemente, desde mi corta
inteligencia, no conozco ningún arte capaz de responder a esa necesidad.
En la condición
de holgazán queda bastante complicado que usted entienda que W.A. Mozart
TRABAJABA componiendo música. Sí, claro para la aristocracia (ya sé que esto le
irrita mucho). El artista se ganaba la vida trabajando o, ¿no es eso lo que
hacía Miguel ´Ángel en la Capilla Sixtina? (sí, para la Iglesia, ya sé que también
le molesta. Y para gloria de la Humanidad).
La verdad es que
usted me ha dejado bastante perplejo con la acepción que tiene de “humanista”.
Lo siento, yo no estoy a su nivel, pero de lo que he leído (y así se siente un
servidor), el humanista rechaza la idea de un Dios y pone el acento en los
valores humanos. No sé qué interpretación usted baraja, pero he dicho bien, más
parece interpretación que ciencia exacta.
Hombre, en cuanto
a trabajar, trabajar… no sé si tampoco se puede llamar a lo que usted hace. Usted se dedica a la investigación no a labrar
la tierra (que es productivo), no a adentrarse en un pozo minero (que también
lo es). Son estos apenas dos ejemplos básicos y muy adecuados para su defensa
de la Revolución Industrial (a mi juicio, la fábrica de hacer del ser humano
una máquina incapaz de servir para pensar u hacer otra cosa al servicio de la
burguesía imperante).
Y bueno, como a
estas alturas, seguro que usted me ha dejado de leer, no insistiré más en el
asunto. Un pobre ignorante no da para mucho más. Le admiro su inteligencia y su
formación, pero créame que no puedo compartir ninguno de sus anatemas sobre la
condición de G. Leopardi (por cierto, muy admirado por Miguel de Unamuno) y
aquellos que usted mandó a la hoguera.
Permítame
humildemente terminar diciéndole que no se puede llamar “fascista”, por anacronismo, a quienes encontraron en la nobleza y los reyes su manera de ganarse
la vida (para usted, de desperdiciarla). Hay en todo su discurso un cierto “tufillo”
ideológico marxista, que yo respeto, faltaría más, pero tanto menciona usted
las ideologías, las ideologías…. Que resulta, cuanto menos, poco creíble su
discurso como el de ninguno de los filósofos tomados fuera de su contexto.
Mil perdones por
las faltas de ortografía (si las hubiera), la redacción y por abusar de su
precioso tiempo (no lo pierda leyendo mis posts, sin duda los encontrará sin
sustancia).
berekekê